viernes, 20 de junio de 2008

LYRISCHES INTERMEZZO / INTERMEZZO LÍRICO

(Heinrich Heine, 1822-1823)


Es war mal ein Ritter trübselig und stumm,
Mit hohlen, schneeweißen Wangen;
Er schwankte und schlenderte schlotternd herum,
In dumpfen Träumen befangen.
Er war so hölzern, so täppisch, so links,
Die Blümlein und Mägdlein die kicherten rings,
Wenn er stolpernd vorbeigegangen.

Oft saß er im finstersten Winkel zu Haus;
Er hatt sich vor Menschen verkrochen.
Da streckte er sehnend die Arme aus,
Doch hat er kein Wörtlein gesprochen.
Kam aber die Mitternachtsstunde heran,
Ein seltsames Singen und Klingen begann -
An die Türe da hört er es pochen.

Da kommt seine Liebste geschlichen herein,
Im rauschenden Wellenschaumkleide.
Sie blüht und glüht wie ein Röselein,
Ihr Schleier ist eitel Geschmeide.
Goldlocken umspielen die schlanke Gestalt,
Die Äuglein grüßen mit süßer Gewalt -
In die Arme sinken sich beide.

Der Ritter umschlingt sie mit Liebesmacht,
Der Hölzerne steht jetzt im Feuer,
Der Blasse errötet, der Träumer erwacht,
Der Blöde wird freier und freier.
Sie aber, sie hat ihn gar schalkhaft geneckt,
Sie hat ihm ganz leise den Kopf bedeckt
Mit dem weißen, demantenen Schleier.

In einen kristallenen Wasserpalast
Ist plötzlich gezaubert der Ritter.
Er staunt, und die Augen erblinden ihm fast
Vor alle dem Glanz und Geflitter.
Doch hält ihn die Nixe umarmet gar traut,
Der Ritter ist Bräutgam, die Nixe ist Braut;
Ihre Jungfraun spielen die Zither.

Sie spielen und singen, und singen so schön,
Und heben zum Tanze die Füße;
Dem Ritter dem wollen die Sinne vergehn,
Und fester umschließt er die Süße -
Da löschen auf einmal die Lichter aus,
Der Ritter sitzt wieder ganz einsam zu Haus,
In dem düstern Poetenstübchen.



Érase un caballero macilento,
Trémulo, triste, silencioso y lento,
Que vagaba al acaso,
con inseguro paso,
Siempre en hondos ensueños sumergido,
Tan desairado y zurdo y distraído,
Que susurraban flores y doncellas
Al pasar, vacilante, junto a ellas.

Huyendo de los hombres a menudo,
El lugar más recóndito escogía
De la casa, y allí, anhelante y mudo,
En la sombra los brazos extendía.-
¡Media noche sonó!... Rara armonía
Y voces peregrinas se escucharon
Entre la vaga bruma,
Y a la puerta, quedísimo, tocaron.

Con furtiva pisada,
Su visión adorada
Entra vestida de sonante espuma,
Y como fresca rosa,
La divinal hermosa
Brilla, encanta y perfuma.
Cúbrela ténue velo
De vaporosas joyas adornado,
Y la áurea cabellera en rizos suelta,
En ondas baña su figura esbelta;
Brillan sus ojos con la luz del cielo.
Y en brazos uno de otro, al par lanzados,
Se acarician los enamorados.

Contra el amante pecho,
Con fuerza apasionada,
La oprime el caballero en lazo estrecho;
Y el soñador despierta,
Y la nieve se torna en llamarada,
Y el pálido enrojece, y se convierte
El temeroso en atrevido y fuerte.
Mas ella, con engaño femenino
Y sin igual destreza,
Con el brillante velo diamantino
Le envuelve, sin sentirlo, la cabeza.

Encantado al instante
Se encuentra el caballero en un radiante
Palacio de cristal, bajo la linfa
De una tersa laguna sepultado.
Absorto y deslumbrado
Queda ante brillo tanto, mas la ninfa
Del onda habitadora
En sus brazos lo estrecha, lo enamora,
Y en tanto, sus doncellas
A la cítara arrancan notas bellas.

Y de modo tan dulce y lisonjero
Cantan y tocan, que los pies se lanzan
Al baile embriagador, y alegres danzan;
Y siente el caballero
Que, ya desvanecidos,
Amenazan dejarle sus sentidos;
Y a la ondina se enlaza
Y estrechamente en su ansiedad la abraza.
Más, de pronto se extingue
La viva luz... ¡Obscuridad completa!...
¡Y a hallarse vuelve, solitario y triste,
En su guardilla mísera el poeta!

No hay comentarios: