martes, 25 de marzo de 2008

SORROW



Dedicado a un ser querido y a todos los seres que necesiten consuelo.


Yann Tiersen - Comptine d'un autre Ete


http://www.youtube.com/watch?v=r05pD_ggTo4

jueves, 13 de marzo de 2008

UNA HISTORIA TRISTE

(Lo encontré el otro día en http://edilbertoaldan.blogspot.com/2007/06/un-cuento-de-haruki-murakami-sobre.html y me hizo ilusión ponerla en mi blog, ya que se trata de uno de mis escritores favoritos)


Sobre encontrarse a la chica 100% perfecta una bella mañana de abril

(Haruki Murakami)


Una bella mañana de abril, en una callecita lateral del elegante barrio de Harajuku en Tokio, me crucé con la chica 100% perfecta.

A decir verdad, no era tan guapa. No sobresalía de ninguna manera. Su ropa no era nada especial. En la nuca su cabello tenía las marcas de recién haber despertado. Tampoco era joven –debía andar alrededor de los treinta, ni si quiera cerca de lo que comúnmente se considera una “chica”. Aún así, a quince metros sé que ella es la chica 100% perfecta para mí. Desde el momento que la vi algo retumbó en mi pecho y mi boca quedó seca como un desierto.

Quizá tú tienes tu propio tipo de chica favorita: digamos, las de tobillos delgados, o grandes ojos, o delicados dedos, o sin tener una buena razón te enloquecen las chicas que se toman su tiempo en terminar su merienda. Yo tengo mis propias preferencias, por supuesto. A veces en un restaurante me descubro mirando a la chica de la mesa de junto porque me gusta la forma de su nariz.

Pero nadie puede asegurar que su chica 100% perfecta corresponde a un tipo preconcebido. Por mucho que me gusten las narices, no puedo recordar la forma de la de ella –ni siquiera si tenía una. Todo lo que puedo recordar de forma segura es que no era una gran belleza. Extraño.

-Ayer me crucé en la calle con la chica 100% perfecta –le digo a alguien.
-¿Sí? –él dice- ¿Estaba guapa?
-No realmente.
-De tu tipo entonces.
-No lo sé. Me parece que no puedo recordar nada de ella, la forma de sus ojos o el tamaño de su pecho.
-Raro.
-Sí. Raro.
-Bueno, como sea –me dice ya aburrido- ¿Qué hiciste? ¿Le hablaste? ¿La seguiste?
-Nah, sólo me crucé con ella en la calle.

Ella caminaba de este a oeste y yo de oeste a este. Era una bella mañana de abril.

Ojalá hubiera hablado con ella. Media hora sería suficiente: sólo para preguntarle acerca de ella misma, contarle algo acerca de mi, y –lo que realmente me gustaría hacer- explicarle las complejidades del destino que nos llevaron a cruzarnos uno con el otro en esa calle en Harajuku en una bella mañana de abril en 1981. Algo que seguro nos llenaría de tibios secretos, como un antiguo reloj construido cuando la paz reinaba en el mundo.

Después de hablar, almorzaríamos en algún lugar, quizá veríamos una película de Woody Allen, parar en el bar de un hotel para unos cócteles. Con un poco de suerte, terminaríamos en la cama.

La posibilidad toca en la puerta de mi corazón.

Ahora la distancia entre nosotros es de apenas 15 metros.

¿Cómo acercármele? ¿Qué debería decirle?

-Buenos días señorita, ¿podría compartir conmigo media hora para conversar?

Ridículo. Sonaría como un vendedor de seguros.

-Discúlpeme, ¿sabría usted si hay en el barrio alguna lavandería 24 horas?

No, simplemente ridículo. No cargo nada que lavar, ¿quién me compraría una línea como esa?

Quizá simplemente sirva la verdad: Buenos días, tú eres la chica 100% perfecta para mi.

No, no se lo creería. Aunque lo dijera es posible que no quisiera hablar conmigo. Perdóname, podría decir, es posible que yo sea la chica 100% perfecta para ti, pero tú no eres el chico 100% perfecto para mí. Podría suceder, y de encontrarme en esa situación me rompería en mil pedazos, jamás me recuperaría del golpe, tengo treinta y dos años, y de eso se trata madurar.

Pasamos frente a una florería. Un tibio airecito toca mi piel. La acera está húmeda y percibo el olor de las rosas. No puedo hablar con ella. Ella trae un suéter blanco y en su mano derecha estruja un sobre blanco con una sola estampilla. Así que ella le ha escrito una carta a alguien, a juzgar por su mirada adormecida quizá pasó toda la noche escribiendo. El sobre puede guardar todos sus secretos.

Doy algunas zancadas y giro: ella se pierde en la multitud.



Ahora, por supuesto, sé exactamente qué tendría que haberle dicho. Tendría que haber sido un largo discurso, pienso, demasiado tarde como para decirlo ahora. Se me ocurren las ideas cuando ya no son prácticas.

Bueno, no importa, hubiera empezado “Érase una vez” y terminado con “Una historia triste, ¿no crees?”



Érase una vez un muchacho y una muchacha. El muchacho tenía dieciocho y la muchacha dieciséis. Él no era notablemente apuesto y ella no era especialmente bella. Eran solamente un ordinario muchacho solitario y una ordinaria muchacha solitaria, como todo los demás. Pero ellos creían con todo su corazón que en algún lugar del mundo vivía el muchacho 100% perfecto y la muchacha 100% perfecta para ellos. Sí, creían en el milagro. Y ese milagro sucedió.

Un día se encontraron en una esquina de la calle.

-Esto es maravilloso –dijo él- Te he estado buscando toda mi vida. Puede que no creas esto, pero eres la chica 100% perfecta para mí.

-Y tú –ella le respondió- eres el chico 100% perfecto para mi, exactamente como te he imaginado en cada detalle. Es como un sueño.

Se sentaron en la banca de un parque, se tomaron de las manos y dijeron sus historias hora tras hora. Ya no estaban solos. Qué cosa maravillosa encontrar y ser encontrado por tu otro 100% perfecto. Un milagro, un milagro cósmico.

Sin embargo, mientras se sentaron y hablaron una pequeña, pequeñísima astilla de duda echó raíces en sus corazones: ¿estaba bien si los sueños de uno se cumplen tan fácilmente?

Y así, tras una pausa en su conversación, el chico le dijo a la chica: Vamos a probarnos, sólo una vez. Si realmente somos los amantes 100% perfectos, entonces alguna vez en algún lugar, nos volveremos a encontrar sin duda alguna y cuando eso suceda y sepamos que somos los 100% perfectos, nos casaremos ahí y entonces, ¿cómo ves?

-Sí –ella dijo- eso es exactamente lo que debemos hacer.

Y así partieron, ella al este y él hacia el oeste.

Sin embargo, la prueba en que estuvieron de acuerdo era absolutamente innecesaria, nunca debieron someterse a ella porque en verdad eran el amante 100% perfecto el uno para el otro y era un milagro que se hubieran conocido. Pero era imposible para ellos saberlo, jóvenes como eran. Las frías, indiferentes olas del destino procederían a agitarlos sin piedad.

Un invierno, ambos, el chico y la chica se enfermaron de influenza, y tras pasaron semanas entre la vida y la muerte, perdieron toda memoria de los años primeros. Cuando despertaron sus cabezas estaban vacías como la alcancía del joven D. H. Lawrence.

Eran dos jóvenes brillantes y determinados, a través de esfuerzos continuos pudieron adquirir de nuevo el conocimiento y la sensación que los calificaba para volver como miembros hechos y derechos de la sociedad. Bendito el cielo, se convirtieron en ciudadanos modelo, sabían transbordar de una línea del subterráneo a otra, eran capaces de enviar una carta de entrega especial en la oficina de correos. De hecho, incluso experimentaron otra vez el amor, a veces el 75% o aún el 85% del amor.

El tiempo pasó veloz y pronto el chico tuvo treinta y dos, la chica treinta

Una bella mañana de abril, en búsqueda de una taza de café para empezar el día, el chico caminaba de este a oeste, mientras que la chica lo hacía de oeste a este, ambos a lo largo de la callecita del barrio de Harajuku de Tokio. Pasaron uno al lado del otro justo en el centro de la calle. El débil destello de sus memorias perdidas brilló tenue y breve en sus corazones. Cada uno sintió retumbar su pecho. Y supieron:

Ella es la chica 100% perfecta para mí.

Él es el chico 100% perfecto para mí.

Pero el resplandor de sus recuerdos era tan débil y sus pensamientos no tenían ya la claridad de hace catorce años. Sin una palabra, se pasaron de largo, uno al otro, desapareciendo en la multitud. Para siempre.

Una historia triste, ¿no crees?


Sí, eso es, eso es lo que tendría que haberle dicho.


jueves, 31 de enero de 2008

EL EFECTO AMÉLIE






Mire, mi pequeña Amélie,
Vd. no tiene los huesos de cristal.
Puede soportar los golpes de la vida
Si deja pasar esta oportunidad,
con el tiempo será su corazón
el que se vuelva tan seco y quebradizo
como mi esqueleto.
Así que, decídase,
por todos los diablos.




martes, 29 de enero de 2008

ÉXODO

"Abre los ojos y mira hacia dentro. ¿Estás satisfecho con la vida que estás viviendo? (...) Vayamos a andar, de acuerdo, por los caminos de la creación, puesto que somos la generación -dime por qué- que cruza los tiempos de la gran tribulación."

Bob Marley


Aprovechando el festival de OVNI 2008 Éxodo en el CCCB (Centre de Cultura Contemporànea de Barcelona), he vuelto a recordar mis razones por mi propio “éxodo” a Barcelona. Llevo tres años y medio en Barcelona y aún me persigue el Fernweh.

Aprender idiomas resulta un aprendizaje muy útil, ya que hay fenómenos en muchos idiomas que no sabemos traducir explícitamente en el idioma natal o idioma con el cual solemos comunicarnos. Tomamos por ejemplo las palabras alemanas Heimweh y Fernweh:

Heimweh: en los diccionarios te ponen “añorancia, nostalgia”. En realidad es añoranza por tu hogar. Es un sentimiento que tienes cuando vives lejos de tu casa y sientas nostalgia por ella.

Fernweh: pues en el diccionario pone también “nostalgia.” En realidad se trata del contrario de Heimweh. Es añoranza de salir fuera del hogar natal, viajar y vivir en el extranjero.

Como podéis ver, en castellano se pueden utilizar las palabras nostalgia para los dos conceptos. ¿Nostalgia? Si, en cierto modo, es nostalgia lo que sentimos, si queremos volver o marcharnos, pero en alemán también existe este concepto “Nostalgie”, que también significa ansia, anhelo, todos palabras que definen un cierto estado de ánimo, pero que prácticamente significan lo mismo. “Même chose”, diría yo en francés. ¿Veis lo interesante que es estudiar idiomas? A mi me fascina.

Bueno, volviendo a Fernweh. Personalmente siempre lo he tenido. Es un estado en el cual ansías salir de un lugar, conocer nuevos países, aprender nuevos idiomas, nuevas culturas y cambiar de aires. No diría en todo caso, que estoy plenamente en éxodo (como se llama el post de hoy), pero sí forma parte de mi vida y de mi personalidad. En fin, llevo en Barcelona casi 4 años (en septiembre cumpliré cuatro), pero llevaba toda mi vida como extranjera en Alemania y con ello mis eternos problemas de identidad: ¿de dónde soy? ¿Soy española porque tengo un pasaporte que me lo dice y un estado que me lo reconoce? O ¿Soy alemana porque llevaba 24 años viviendo en ese país, he hecho ahí mi educación secundaria, mi bachillerato, mi primera carrera universitaria?

Llevo pensándolo desde que llegué a Barcelona. Lo que sí tengo claro son las razones por la que me mudé aquí: tuve que salir de Alemania, no por razones de trabajo, formación universitaria, sino porque veía que mi mundo se estaba encajando en una rutina en la que yo no quería pertenecer. No me apetecía vivir toda una vida en un mismo lugar, en la misma ciudad, en el mismo trabajo y con la misma gente. Sabía que llegaría el punto de salir de ahí y cambiar de casa, de aire, de idioma y de país. Es también la razón, por la que quise estudiar japonés, por la que me fasciné por Asia, el continente desconocido, por la que me encanta el Budismo como práctica de auto-encuentro, por la que me encanta Japón por estar igual de controversias y búsquedas de identidades como yo.

Mi pregunta que me hago actualmente es por lo tanto comprensible en mi propio punto de vista: ¿Me quedaré en Barcelona?



To be continued…

miércoles, 23 de enero de 2008

HOMENAJE A HEATH LEDGER (1979-2008)

no me lo puedo creer aún...










...siempre nos quedará Brokeback Mountain...

domingo, 20 de enero de 2008

PERSÉPOLIS



“Vivir en paz es un privilegio de una parte del mundo”



He acabado por fin de leer la novela gráfica Persépolis (“la ciudad persa”) de Marjane Satrapi y me ha fascinado aún más que la película. Como sabéis, la historia refleja la juventud y la adolescencia de Marjane Satrapi, una iraní que vivió en la época de constante guerra y transformación en su propio país natal.

En su constante búsqueda de la libertad, en la cual se incluya la libertad de expresión, de vestimenta, de opinión y de vida, los padres de Marjane se vieron obligados a sacar a su propia hija fuera del país con tan sólo 14 años. Estuvo durante varios años en Viena, en una ciudad en la cual no entendía ni el idioma ni tampoco la conducta de sus habitantes. De todos modos, eso sí, estuvo libre de la presión de las autoridades islámicas iranís.

Con el paso del tiempo, Marjane nota, que no encontraba la libertad que tanto ansiaba. Se trasladó a Viena para salir de las miserias de la guerra pero no se sentía cómoda ni aceptada con lo cual le llevó incluso a negar su propia identidad para poder integrarse mejor en la sociedad. Se vio sumergida a una generación de niños y adolescentes que no habían vivido jamás una guerra, de estar obligados a llevar un velo, de esconderse en el sótano cuando caían las bombas, de no haber visto jamás morir a una persona querida. Poco a poco pero se integra a la sociedad “occidental” y empieza a tener una adolescencia normal, sus primeros amigos, su primer amor y su primer desamor: “había sobrevivido a una guerra que me había alejado de mi país y de mis padres y una banal historia de amor había estado a punto de acabar conmigo.

A veces olvidamos que hay personas que lo pasan aún peor que nosotros y yo mismo me incluyo en “nosotros.” Yo, que nací en septiembre de 1979, justo en el mes de la revolución de Irán. Yo, que tuve la suerte de estar con mis padres, que tuve la suerte de gozar de mi libertad de expresión, de mi propia forma de vestirme, de no esconderme de mi misma mientras que Marjane (a mi edad) vio morir a sus mejores amigos en la guerra, vio como todos los hijos de familias se vieron obligados a ir al frente con la promesa de que su muerte le abriese las puertas del paraíso (les daban una llave como garantía de que si muriesen como mártires entrarían en el paraíso y tendrían comida, fama, dinero y mujeres).

En fin, generación de la post-modernidad, la libertad es un lujo que no sabemos apreciar aún. La libertad es un sentimiento de liberación que pocas personas saben valorar. La libertad es un privilegio para solo una parte del mundo.




La escena que más me ha conmovido personalmente fue con la abuela de Marjane antes de su salida de Irán:

"En la vida te encontrarás a muchos gilipollas, si te hacen daño piensa que es su estupidez lo que les impulsa a hacerte daño, así no responderás a su maldad, porque no hay nada peor en el mundo que la amargura y la venganza. Se siempre digna e íntegra contigo misma.

Pues no olvides esto: el miedo nos hace perder la conciencia y también nos convierte en cobardes. Has sido muy valiente, estoy orgullosa de ti."





martes, 8 de enero de 2008

TRISTEZA



“Si alguien te hace llorar, no se merece tus lágrimas, porque quien realmente se las merece, nunca te hará llorar.”


¿Qué puedo hacer cuando ya no sé qué hacer con la tristeza que me encarna desde varios meses? ¿Qué puedo hacer para quitarme de encima este vértigo que me impide mirar hacia delante, saltar desde un gran edificio y dejar todo lo ocurrido detrás? ¿Qué puedo hacer cuando esta tristeza me atrapa y me ahoga dejándome sin aire, cubriendo mi cara y mi alma de lágrimas pesadas y tirándome al suelo? ¿Qué puedo hacer cuando mi positivismo me ha abandonado y ya no es mi fiel amigo? ¿Qué puedo hacer para despertarme una mañana y olvidarme de todo?


Seguir viviendo.